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textos que en algún lado tenía que poner.

miércoles, 23 de julio de 2008

M de todo junto. Ta que los parió...


Resulta que en estos días Martín está de viaje y soy sola, como dice una amiga (o viuda, como dice mi padre, en fin).

Me levante (me levante varias veces a la noche porque Isabella decidió que mientras el padre no está, ella va a llorar todas las noches a la madrugada), me levanté decía y después… mebañelavestiaesmesefuealcolefuialaoficinatrabajemucholleveaisaalodemimamapaseabuscarasmeporelcolegiolallevealaclinicalehicieronunfondodeojosvolvialodemimamalevanteaisallegueacasaconlasdoslasbañelesdidecomerylasacoste y ahí me di cuenta de que no había enviando el mail de la sección de viernes que mando siempre sobre el final de la semana al grupo de padres del colegio de la primogénita.


Y primero me fui a poner ropa cómoda (cómoda es raída y con el elástico flojo) y me saque las botas. Note entonces que las botas no tenían casi taco (Yo que no me bajaba de los 10cm). Fue como una sorpresa, como si no las hubiera comprado yo. Hace dos años. Y me puse a pensar en las cosas que se resignificaron de un tiempo a esta parte.

ANTES me vestía siempre de negro por convicción. Porque era oscura y profunda, sexy y atrevida. Porque el negro es el color de la noche.
AHORA me visto de negro porque es en donde menos se notan las manchas de los marcadores de la mayor y de la comida de la menor.

ANTES usaba escote para seducir.
AHORA uso escote para que sea más fácil dar de mamar.

ANTES iba al pool con todos mis amigos varones. Y nos encontraba el amanecer entre tacos y tragos.
AHORA, al amanecer, arranco con el pool del colegio, danza, las clases de cocina, los cumple y tantas otras cosas. Y de tacos y tragos ni hablar.

ANTES conocía el circuito más exclusivo de bares y boliches. Sabía en dónde estaba el mejor DJ y los mejores reservados.
AHORA procuro reservar con tiempo el pelotero en donde está la mejor animación del circuito de festejos infantiles.

ANTES estudiaba para la licenciatura, laburaba ochocientas horas por día, comía cualquier cosa, salía cinco noches por semana y me acostaba un par de horas antes de que sonara el despertador.
AHORA si la mayor tiene mucha tarea, justo tuve un par de reuniones, como un poquito pesado y me acuesto 10 minutos más tarde de lo habitual, cuando suena el despertador me muero.

ANTES una noche de romance era una cosa espontánea, propia de la locura del amor.
AHORA una noche de romance requiere de una planificación estratégica, propia de El arte de la guerra, que incluye que los abuelos no se enfermen, alguien se acuerde de poner Champagña en la heladera y por sobre todo, exige que no estemos agotados de organizar la noche.

Para cerrar, vale aclarar, es viernes, es tarde, recuerden, soy sola, entonces, las cosas en las que pensé son banales. Para las profundas necesito un Chivas. Y es raro, antes había siempre, ahora no hay… y no me había dado cuenta…

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