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textos que en algún lado tenía que poner.

martes, 22 de diciembre de 2009

Cenizas quedan... (Esperemos que no muchas más)


Ya se había muerto Mamama. Luego, murió Mema. La otra abuela. Ahora no tengo más. No es tan dramático, digo, no se si tengo edad de tener abuelas.

Como ya he dicho en otras oportunidades, para humor negro mi familia es lo más. Igual negro es para afuera, para adentro tiene luz. Para negro mi ropa, el resto clarísimo.


Decía, sin terminar de vaciar los muebles de la casa de la abuela materna agarra y se muere la paterna. Lo bueno es que ya teníamos cinerario cerca.
(Y la logística clara, y contactos con la funeraría, y hasta casi precio promocional por el uso pero ese es otro tema).

Partimos entonces la familia unita, con los nenes incluidos, el día correspondiente, con la urna bajo el brazo, a llevar a Mema a rejuntarse con Mamama y con la Tía Tita.


Llegamos y como lo nuestro siempre es completito, se había muerto uno de los curas más viejitos de la Parroquia. Así que no sólo había urnas en el altar, sino que además estaba el cajón en la mitad de la nave de la Parroquia. Misa de cuerpo presente. Los curas llorando a su compañero muerto. Fellini nunca soño nada ni parecido.


Entramos en fila india. Los curas formados a un costado para entrar. Clima de velorio pero en paz. Mi padre se funde en un abrazo con uno de los curitas más jóvenes, compañero de facultad, y mientras el cura principal me hace señas con la mano para que me acerque. Todos los feligreses espectantes. Voy intrigada y me dice, en voz baja: Y ahora a quién traen? Y señala la urna. Ah! A mi abuela digo. Y me responde, desorbitado: Pero no la trajeron hace un mes?? La otra padre, la otra. Y por las dudas no me preguntó nada más.


Luego de esa conversación que merece un post aparte, transcurrió la misa rápido, ocupada estaba yo en hacer callar a la mayor que lo único que quería saber era si podía acercarse a ver al muerto. Cuando lo logró llegó a la conclusión de que parecía un muñeco de cera. Bastante razón tenía. Y como primer encuentro con un cadaver no puedo pedir más. Cero trauma, clima de paz y de Fe.


Después otra vez la ceremonia de las cenizas, como un déjà vu. Y ya al partir, sin más abuelas que entregar, cuando el Párroco me saluda le digo: Bueno, espero que no se nos haga costumbre. Y me miró raro.


Me parece que no era momento aún para hacer un chiste.


Y bueno, cada uno hace lo que puede con lo que tiene. Yo lo llevo a misa. No está tan mal. Sobre todo para estas fechas.

2 comentarios:

Damaduende dijo...

Cuando murió mi abuela, en pleno velorio, le conté a mi hermana un chiste y las dos nos tentamos. Atrapadas en el giggle loop tratábamos desesperadas de no desternillarnos de risa, frente a la mirada desaprobadora del resto de la cumparsa. Como dijiste vos, una hace lo que puede y mi respuesta ante la pena es el humor. Negro quizás, pero a la luz negra el blanco brilla.
Por supuesto, mi abuela si hubiera estado viva nos hubiera puesto moradas por nuestra falta de decoro, pero que va´cer. Si hubiera estado viva nosotras no hubieras estado tan necesitadas de hacer chistes.

Pipe dijo...

Je, hablando de comentarios a sacerdotes que no los entienden, yo sé de uno que cuando se estaba casando le preguntó al cura: "¿Puedo besar a la novia?"; y el tipo lo ignoró...